
Mi vida se rige por una serie de frases y principios que en algún momento entre los 20 (cuando tuve mi despertar espiritual) y los 23 (cuando llegué a mi peak en la vida) me pareció que tenían sentido. Son unas cuantas, pero así de primeras, para el tema que nos atañe el día de hoy, la más importante es: “yo me apunto a un bombardeo”.
No quisiera ser yo tomada de ejemplo, porque no, porque no quiero esa responsabilidad, pero hoy precisamente me han vuelto a decir que tengo “una vida muy interesante” (gracias por el cumplido, Helena, en caso de que me leas), un halago que en los últimos meses he escuchado un número de veces sorprendentemente alto, y sinceramente, puede que esté feo que lo diga yo, pero creo que es verdad. Esto ya lo he manifestado otras veces públicamente: me gusta mucho mi vida, la verdad. Tengo una vida, para mi gusto, bastante chula. Si no la tuviera, me gustaría tenerla. Creo. ¿He quedado muy mal diciendo esto? Estoy hablando mi verdad.
Gran parte de esta chulería se debe a que, como bien comentaba al principio, yo me apunto a un bombardeo. Pero además de verdad. O sea, no me propongas un plan, porque te voy a decir que sí. Y esto no tiene nada que ver con no saber decir que no (yo era una people pleaser, y pasé 21 años de mi vida sin saber dar una negativa jamás a nadie, pero fui a terapia), tiene que ver con que un día me voy a morir (spoiler: tú también) y quiero probar, vivir, experimentar todo lo posible mientras tenga las ganas y la energía para hacerlo. Este mes cumplo 25 y con la decaída de la producción de colágeno debido a la ralentización de la renovación celular, soy plenamente consciente de que la edad viene acompañada, entre otras cosas, de unos niveles de energía diferente. Esto no será de un día para otro (espero), pero es ley de vida. Así que mientras tanto, tengo que aprovechar (esto es exactamente lo que me decía con 22 años cuando tenía 3 trabajos: “tengo las ganas y la energía para hacerlo ahora, cuando no las tenga, se acabó”).
Con esta premisa, y también gracias a las influencias de la cultura pop española con frases como “Lo hacemos y ya vemos” y “Si vas pensando que te va a pasar algo, es cuando te pasa, si vas haciendo lo que te da la gana, no” (todas y cada una de las frases de Tania las cito on a daily basis, es increíble), el lunes pasado me fui a Údine, al noreste de Italia. Es un pueblo en la región de Friuli-Venezia Giulia, pegando con Eslovenia. La zona no es especialmente conocida, y siendo completamente sincera, aunque me lo he pasado genial, no la recomendaría como un primer viaje a Italia, pues está tan al ladito del país vecino que en más de una ocasión las culturas se mezclan, y lejos de ser esto algo malo, es mi deber informar de que no se siente al 100% como estar en Italia. (No soy ninguna experta en Italia, ojo, pero es el país que más veces he visitado.)
A lo largo de tres días y medio he tenido la oportunidad de conocer no sólo Údine, también Trieste y su Grotta Gigante, la cueva turística más grande del mundo, toda una experiencia, Aquileia, municipio con más del 2000 años de antigüedad, que fue una de las ciudades más importantes del Imperio Romano (y para quien no lo sepa, YO MUERO por unas ruinas romanas) y a día de hoy es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y Grado, mi visita favorita de todo el viaje, en pleno Mar Adriático. El año pasado descubrí que para mí estar cerca del mar equivale a una felicidad inexplicable, aunque la sensación térmica sea de 2°C.
Pero tengo que contaros la verdad: lo más destacable de esta escapadita no han sido los sitios que he visitado, ni las fotos que he hecho, ni los platos de pasta que me he comido. Ni siquiera el spritz de violetas que me bebí el primer día sentada en la plaza principal de Údine (qué cosa tan rica). En este viaje he hecho dos nuevas amigas.
Y es que (y reitero: no soy ejemplo de nada) pese a los peligros de Internet, a veces, a través de redes sociales, se conoce a gente súper chula. Este ha sido el caso con Andrea y Salomé (AKA mis dos nuevas amiguitas): nos seguimos en redes sociales desde hace casi una década (what the fuck), hemos coincidido un par de veces en persona durante no más de 5-10 minutos (son de Jerez, como yo) y el 99% de nuestras interacciones se han basado en respondernos stories de Instagram.
Salomé y Andrea son gemelas (que no mellizas), estudian lo mismo y decidieron irse de Erasmus al mismo sitios (Údine, claro). En esta vida hay que echar cara, aprovechar las oportunidades, y si por lo que sea, estas no aparecen, buscarlas: cuando vi que estaban viviendo en Italia les pregunté si me podía encasquetar en su casa, a pesar de no conocernos demasiado, “en-plan-broma-pero-si-quieres-no-es-una-broma”. En el mismo plan me respondieron que sí. Les dije que entonces lo decía en serio, a lo que ellas me respondieron que también. Busqué vuelos Londres - Venezia Marco Polo (así como dato, es mucho mejor volar a Trieste, pero a mí económicamente y por horarios me venía mejor Venezia), confirmé con las gemelas, y tres semanas después, os estoy escribiendo esta newsletter.
Lo que es la vida, ¿eh? Esto ha sido un “lo hacemos y ya vemos” total. Y todo ha salido a pedir de Milhouse: la convivencia ha sido excelente, nos hemos contado nuestras vidas enteras, y en apenas cuatro días, yo diría que ya podemos considerarnos amigas. (Están más que invitadas a hacerme una visita a Londres, y ese privilegio solo lo tienen mis amigas, así que sí. Otro tema aparte es la gente que se autoinvita.) Tenemos grupo de WhatsApp ya y todo.
Algunos de mis momentos favoritos de este viaje, a modo de resumen (sin ningún orden específico):
Yo a punto de cometer un crimen después de estar todo el día aguantando lo inaguantable (y esto no lo puedo contar):
Cuando se escuchó un petardazo y descubrimos que un pájaro con diarrea explosiva se le había cagado a Salomé encima (la mayor parte de la bomba la evitó, gracias a Dios). (A Salomé esto no creo que le haga mucha gracia, pero bueno).
Andrea diciéndome que soy tal y como me imaginaba por como me veía en redes :________)
Gritar “MAKOKE A LA CALLE” en el momento más inesperado.
“MAKOKE A LA CALLE” derivando a “MACACO A LA CÁRCEL”.
Yo en un capítulo de The Office gritándole en silencio a Salomé ante cierta pregunta de cierta persona.
Andrea haciéndome papas con carne para comer.
Tardar los 4 días del viaje en reunir 2€ en monedas para hacernos una foto en el fotomatón.
Esta foto de Andrea con mi patita encima (la máxima expresión de la confianza):
En conclusión: haz cosas, con más o menos miedo, pero hazlas (también con un poquito de cabeza, yo estaba 99% segura de que Andrea y Salomé no eran psicópatas, si no hubiese estado tan segura a lo mejor no me hubiera metido en su casa sin apenas conocerlas), conoce gente, atrévete-te-te, salte del closet, destápate, quítate el esmalte… Yo creo fervientemente en hacer las cosas por la anécdota, la verdad. Y esto solo se consigue apuntándote a un bombardeo. Yo por lo menos seguiré haciéndolo mientras pueda.

Besos (en los cachetes, claro) y abrazos,
Blanca